Empresas de vehículos compartidos y ciudades como Madrid, Barcelona, Zaragoza o València coinciden en que el final del uso de vehículo privado en las grandes urbes es inevitable. Yenia Zaba, de los patinetes Bird, asegura que tras un año operando en París o Berlín el 40 por ciento de sus usuarios han dejado de usar el coche». Para Elia Ferrer, de Free now-My Taxi, en cinco años las ciudades serán «más eléctricas, intermodales, sostenibles y con menos coches privados».

Adriana Malé, del Ayuntamiento de Barcelona, aseguran que el reto que tienen las ciudades es «racionalizar el espacio público, revirtiendo el espacio del coche» y racionalizando también la distribución urbana de mercancías, y avanzó que la idea es que «la movilidad compartida sustituya al vehículo privado», algo que comparten las empresas.

Por su parte, Reyes Montiel, del Ayuntamiento de Madrid, cree que la responsabilidad de las urbes «es trabajar por un mejor transporte público y colaborar con las empresas privadas de vehículos compartidos para que lleguen donde no llega la administración», pero les reprochó «que ninguna tenga una visión de ciudad».

Desde los ayuntamientos insistieron en que el vehículo eléctrico ayudará a reducir la polución, pero no puede sustituir a los coches actuales, porque el tráfico privado ha de disminuir en las ciudades. En ese sentido, Montiel aseguró que la medida más efectiva para reducir el coche es reducir el aparcamiento.