Evitemos ser hoolingans del cambio climático

Erupción del volcán Tonga en 2022

Erupción del volcán Tonga en 2022 / Levante-EMV

Juanjo Villena

Estamos viviendo una época donde todos estamos excesivamente reactivos. En seguida se usan palabras gruesas y se sobreactúa buscando el reconocimiento a través de grandes eslóganes, en general para tapar deficiencias. Porque en muchos casos se trata de eso. Esto se puede aplicar a casi cualquier ámbito, el ritmo de vida es muy alto y tal velocidad no permite la reflexión, en general nos vale con estar en medio del rebaño y esperar a que otros nos lleven en la dirección correcta. Yo quiero pensar eso, que predomina la superficialidad, el cortoplacismo y no hay una planificación estratégica por falta de tiempo y no siempre por arrogancia. Para aquellos líderes –de opinión y otros- que, pese a tener buena fe, no se paran, respiran y piensan va este comentario. Los que anteponen sus intereses al bien común que dejen de leer aquí, arrivederci.  

En las siguientes líneas me voy a centrar en el medioambiente, que es el tema por el que me invitaron a escribir aquí. En los últimos meses la Tierra parece haber dado un paso de gigante en el calentamiento global. Para casi la totalidad de los científicos es un cambio climático inducido, sobre todo, por nuestras actividades que modifican el entorno y generan emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Aunque tampoco debemos perder de vista otros factores naturales. Esto es importante, vamos a reflexionar un momento. 

Por ejemplo, sabemos que una parte de ese salto ha venido por el fenómeno de El Niño, que es cíclico y hace aumentar la temperatura. También se sospecha que la erupción del volcán de Tonga en enero de 2022 inyectó una ingente cantidad de vapor de agua en la estratosfera y que esto, aunque menos, también está influyendo en el calentamiento. Por lo general, los estudios otorgan a este factor el incremento de apenas unas décimas en la temperatura, pero quizá sea algo más. Sumado a esto, algunos científicos insisten en que la reducción de las emisiones de azufre por parte de los barcos ha supuesto la pérdida de albedo, que devuelve al espacio parte de los rayos de sol que nos llegan. Esto parece haber caldeado los océanos y así al resto del planeta. En esto último es obvio que sí intervenimos nosotros, pero es algo ‘extra’ que se debe contemplar.

El otro día hablé con un experto que compartía estas inquietudes y que es bastante moderado en su forma de proceder. Para mí, es tan cauto como se debe ser. Manifestó que algunos le tildaban de «negacionista» por buscar una causa más allá de los GEI. Lo que no es, es un hooligan de los que simplifican la problemática. Me preocupa que la influencia de El Niño, y sobre todo del volcán, sean más decisivas de lo que ahora se sabe y que esto frene de forma notable el ritmo de calentamiento en los próximos años. Si la gente desconoce esos posibles forzamientos, que son transitorios, las teorías verdaderamente negacionistas pronto se extenderán como la pólvora... aún más. Y hay que tener cuidado con esas olas de desinformación, que cuando cogen brío son muy difíciles de parar. Planifiquemos el mensaje que debemos transmitir por el bien de todos.